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Lo siento mucho, pero lejos de aprovechar este hueco para glosar las oportunidades y virtudes de la Feria de Septiembre, creo que ya va siendo hora de dejar bien claro lo que por otra parte es la opinión predominante entre los que vivimos en esta ciudad: la feria interesa cada vez a menos gente.

El Festival de Teatro Clásico, Emerita Lúdica, la Semana Santa, suponen acontecimientos de distinto alcance que ocupan un lugar en el calendario y las experiencias vividas en nuestra ciudad, que nos sitúan en el mapa, y han adquirido la suficiente importancia para que miles de personas encuentren un motivo para visitar nuestra ciudad. Que la gente decida romper su rutina para visitar la ciudad en la que vives no es poca cosa.

Dicho esto, hagámonos la siguiente pregunta: ¿ocurre lo mismo con la Feria de Mérida? La respuesta es única y unívoca: no. Reconozcámoslo, la feria de Mérida le interesa cada vez a menos gente de aquí, y en ningún caso a la gente de fuera, que tiene muchos motivos para visitar nuestra ciudad, pero ninguno de ellos tiene nada que ver con la feria.

Mientras otras citas como las que hemos mencionado adquieren cada vez más relevancia, la Feria de Mérida se nos escurre entre los dedos, sin que nadie sepa muy bien qué hacer. No se trata de señalar culpables, sería injusto, simplemente constato un hecho. La Feria no reúne ninguno de los requisitos necesarios para garantizar su éxito.

En sus comienzos cumplía la misma función que muchas de ellas, una ocasión para hacer negocios y favorecer el comercio, en este caso de ganado; mucho más tarde, en la época de nuestros padres, se convirtió en una oportunidad para la diversión, en un momento en el que la cultura de consumo de masas y ocio, todavía no se había manifestado en toda magnitud, ¿y hoy?

Hoy no necesitamos la feria para nada de eso, el ciclo y la actividad económica de nuestra ciudad ya no guarda ninguna relación con la celebración de la feria, y en ningún caso supone una oportunidad extraordinaria para el ocio. Al contrario que antes, cualquier fin de semana tenemos a nuestro alcance una oferta que en mayor o menor medida nos permite disfrutar de nuestro tiempo libre, y en la inmensa mayoría de las ocasiones en mejores condiciones de las que nos ofrece el recinto ferial.

Finalmente, el secreto de las fiestas populares es el arraigo, el vínculo que une a la gente con aquello que celebra, y que de algún modo forma parte de su identidad. Y en este punto es evidente que en Mérida no existe. Incluso el carnaval que durante muchos años ha estado de capa caída, dispone de sus seguidores que reivindican una mayor atención para esa fiesta a la que le dedican una cantidad nada de despreciable de tiempo y dedicación. ¿existe algo parecido con respecto a la feria? Pues claro que no. Hasta hay quien aprovecha la feria para marcharse de vacaciones y quitarse de en medio.

Ya lo hemos dicho, no se trata de señalar culpables, seria injusto, además de inútil. Es más, si existiera un culpable posiblemente sería mucho más fácil encontrar una solución, pero no es tan sencillo. Lo que está claro es que algo tendremos que hacer con nuestra feria para que siga siendo una celebración y no una mera oportunidad para coger unos días libres. Pasadlo bien, sobre todo los que os quedéis por aquí.

Álvaro Vazquez Pinheiro. Portavoz de Izquierda Unida en Mérida.
Revista de Feria de Mérida de 2016.

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